Antonio José de Sucre nace en Cumaná (Edo. Sucre) el 3 de febrero de 1795 y es asesinado en Berruecos (Colombia) el 4 de junio de 1830
Oficial (general en jefe) del Ejército de Venezuela, Colombia y Ecuador, Gran Mariscal de Ayacucho (Perú). Presidente de Bolivia. Político y estadista. Hijo del teniente Vicente de Sucre y Urbaneja y de María Manuela de Alcalá y Sánchez. Se le considera el militar más completo y cabal de los próceres de nuestra Independencia. Fue un paradigma en el estricto cumplimiento de su deber; era inflexible, duro y justo. Su padre, sus 2 abuelos y 4 bisabuelos y los más de sus tatarabuelos, fueron militares. Perdió su madre a los 7 años. Adolescente fue enviado a Caracas al cuidado de su padrino el arcediano de la catedral, presbítero Antonio Patricio de Alcalá, para iniciar estudios de ingeniería militar en la Escuela de José Mires. En 1809, con su hermano Pedro y otros jóvenes, integró como cadete la compañía de Húsares Nobles de Fernando VII, en Cumaná, unidad organizada por Juan Manuel de Cajigal y Niño, gobernador de la provincia de Cumaná.
En 1810, la Junta de Gobierno de Cumaná le confiere el empleo de subteniente de milicias regladas de infantería. Este grado fue ratificado por la Junta Suprema de Caracas el 6 de agosto de ese mismo año. En 1811 desempeña en Margarita el cargo de comandante de ingenieros. El 31 de julio de ese año recibió el despacho de teniente. En 1812 se halla en Barcelona, en calidad de comandante de la artillería. Allí, el 3 de julio del citado año, junto con otros ciudadanos notables, firmó el acta de la junta de guerra que se reunió aquel día para resolver lo conducente a la seguridad de la República, a raíz de los acontecimientos en Caracas (ofensiva de Domingo de Monteverde) y la ocupación de Cúpira por un grupo de partidarios de Fernando VII.
Su plan general consideraba una concentración de fuerzas en el área comprendida entre Loja, Saraguro y Oña; en aquella zona debía unírsele la División Peruana. En coordinación con la concentración prevista actuaría una fuerza secundaria cuyo propósito era el de amenazar a Quito y las comunicaciones realistas con Riobamba. Esta misión la encomendó Sucre al teniente coronel Cayetano Cestari, quien desde Babahoyo fue a situarse en las inmediaciones de Latacunga, con 120 infantes y 40 jinetes. Desde Samborondón envió Sucre una pequeña fuerza bajo el mando del capitán José Antonio Pontón, hacia Alausí, a interceptar las comunicaciones realistas entre Cuenca y Riobamba. Las fuerzas realistas estaban constituidas por 3.000 hombres, distribuidos en Cuenca, Riobamba, Ambato y Quito. Por su parte Sucre disponía de 2 divisiones: una de Colombia y la otra de Perú. A este conjunto dio el nombre de Ejército Unido, cuyo efectivo era del orden de los 2.500 hombres. A fines de enero de 1822 comenzó la operación y para mediados de febrero ya la mayor parte de las tropas republicanas estaba concentrada en Saraguro. Esta operación y la posterior ocupación de Cuenca se llevaron a cabo con relativa facilidad, gracias a las acciones de Cestari y Pontón. Después de algunos días en Cuenca, el general Sucre prosiguió su ofensiva hacia Riobamba, ciudad que fue tomada el 21 de abril. Días antes, el coronel Diego Ibarra, comandante de la vanguardia, había tomado contacto con los realistas en dicha localidad, y como consecuencia de ello, capturó unos prisioneros y puso en retirada las fuerzas que la guarnecían. El 29 de abril reanudó Sucre la marcha y el 2 de mayo tomó posesión de Latacunga donde permaneció 10 días en espera de 2 batallones procedentes de Panamá por mar, mandados por los coroneles José María Córdoba y Hermógenes Maza. El 13 de mayo reanudaron los republicanos la marcha, y para evitar un ataque frontal, Sucre se desplazó por las faldas del Cotopaxi hasta alcanzar el valle de Chillo, separado de Quito por las alturas de Puengasi. Para neutralizar el envolvimiento planeado por Sucre, los realistas retrogradaron y entraron de nuevo en Quito el 16 de mayo. En conocimiento de que desde Pasto avanzaba una unidad realista en refuerzo de las tropas que se hallaban en Quito bajo las órdenes del mariscal de campo Melchor de Aymerich, Sucre envió al teniente coronel Cayetano Cestari en la dirección de Pasto a fin de retardar la marcha del refuerzo realista. Sucre, con el grueso, se puso en movimiento hacia los ejidos de Iñaquito, donde presentaría batalla a los realistas, con grandes posibilidades de éxito, vistas las ventajas que ofrecía el empleo de la caballería. Durante la ejecución de este desplazamiento se produjo la batalla en las faldas del volcán Pichincha, inmediatas a Quito, el 24 de mayo de 1822; en efecto, al percatarse Aymerich de la maniobra que realizaban los republicanos, marchó hacia el Pichincha y les presentó combate. La victoria fue de Sucre, la cual fue completada con la capitulación que el jefe patriota concedió al mariscal Aymerich el 25 de mayo del mismo año. Con las operaciones cuyas acciones finales se produjeron en las faldas del Pichincha y en la ciudad de Quito, Sucre decidió a su favor la vacilante y delicada situación de Guayaquil; dio libertad al territorio que conforma hoy la República de Ecuador, y facilitó su incorporación a la Gran Colombia. El 18 de junio de ese año, Bolívar le asciende a general de división y lo nombra intendente del departamento de Quito. Al frente de los destinos de Ecuador desarrolla una positiva obra de progreso: funda la Corte de Justicia de Cuenca y en Quito el primer periódico republicano de la época: El Monitor. Instala en esa ciudad la Sociedad Económica. De su actividad personal es buena prueba que, el día 6 de septiembre de 1822 expidió y firmó en Quito 52 comunicaciones. Interesado por la educación puede afirmar que halló en Cuenca 7 escuelas y dejó 20.
A raíz de la victoria de Ayacucho Sucre entra triunfante en el Cuzco y liberta después las provincias del Alto Perú. En 1825 convoca a los representantes de dichas provincias para reunirse en asamblea, y con la aquiescencia de Bolívar ésta decide la creación de Bolivia, nueva República (6.8.1825), de la cual Sucre será elegido presidente posteriormente. Es significativa la obra cumplida por el mariscal Sucre en Bolivia, especialmente en la organización de la Hacienda Pública y de la administración general. Se empeñó en promover la libertad de los esclavos y el reparto de tierras a los indios, y sobre todo en beneficio de la educación y la cultura. Ante el Congreso fue categórico al declarar que: "Persuadido de que un pueblo no puede ser libre, si la sociedad que lo compone no conoce sus deberes y sus derechos, he consagrado un cuidado especial a la educación pública". En el transcurso de las 13 semanas que van del 3 de febrero al 5 de mayo de 1826, dio a Bolivia 13 decretos referentes a la creación de colegios de ciencias y artes, más institutos para huérfanos y huérfanas en todos los departamentos, y a establecer escuelas primarias en todos los cantones de la República. La historia recoge la cuenta de su orgullo: "La educación pública es lo que ha hecho más progresos. Los colegios quedan establecidos y marchan bien en todas las capitales de los departamentos, donde también se han abierto escuelas de enseñanza mutua que adelantan rápidamente [...] Para la enseñanza, el gobierno ha dado un plan de estudios análogo a la ilustración del siglo". En cambio, no hay acuerdo entre Sucre como gobernante y Simón Rodríguez como educador, lo cual no permite el desarrollo de los proyectos del segundo en Bolivia. En su gestión política vuelve a hacer gala repetidas veces de aquella su característica ecuanimidad y de su recto sentido de justicia, los mismos que habían animado su disposición, en La Paz, 1825, para "...que se publique un bando en todos los departamentos invitando a los ciudadanos para que aquellos que crean no les he administrado justicia o tengan alguna otra queja contra mÍ como funcionario público, la eleven a S.E. el Libertador en términos legales, en el concepto de que a más de que S.E. les hará la justicia que les corresponda, les ofrezco no tener jamás el menor resentimiento por ello ni reclamo alguno, y sÍ una satisfacción viendo empiezan a disfrutar de la libertad por que tantos sacrificios han hecho, y que son ciudadanos dignos de vivir bajo de leyes cuyo cumplimiento saben exigir de los magistrados..."Los sucesos de anarquía militar y política que agitan a la nueva y confundida nación tienen su clímax en el motín de Chuquisaca donde Sucre resulta herido en el brazo derecho (18.4.1828). Por entonces envía poder para contraer matrimonio en Quito con Mariana Carcelén y Larrea, marquesa de Solanda (20 abril). En agosto emprende marcha hacia su hogar, y al llegar se establece en Quito.
En 1829 la República requiere sus servicios para mandar el ejército que debe enfrentar la ofensiva peruana en el sur del Ecuador. Triunfa en la batalla de TarquÍ (27.2.1829) y ofrece a los vencidos una capitulación que es modelo de generosa fraternidad americanista, fiel a su lema que "Nuestra justicia era la misma antes y después de la batalla". Su hija Teresita, que vivirá sólo 2 años, nació el 10 de julio de 1829. En La Paz había nacido un hijo natural suyo y de Rosalía Cortés, José María, el 13 de enero de 1826. La provincia de Cumaná, a la que guardó permanente afecto lo escogió como su representante al Congreso. En camino a Bogotá tiene conocimiento de la agitación separatista que José Antonio Páez fomenta en Venezuela. En la difícil circunstancia de 1830, se destaca en el quehacer político por su consecuencia hacia la persona y la obra de Bolívar. El Congreso Admirable, reunido en Bogotá, lo elige su presidente en enero de ese año; en febrero, el mismo cuerpo le encarga una misión conciliadora ante el Gobierno de Venezuela; le acompañan José María Estévez, obispo de Santa Marta y vicepresidente del Congreso, y el diputado Francisco Aranda. A mediados de marzo la comisión ha llegado a territorio venezolano, pero por la imposición del Gobierno de Venezuela tiene que regresar a la Villa del Rosario de Cúcuta, donde se llevan a cabo las conversaciones, que duran 4 días, sin lograrse resultados positivos. Sucre regresa a Bogotá, mientras la situación se agrava y la obra de Bolívar se fragmenta. Cuando va de vuelta a encontrarse con su familia en Quito, el mariscal Antonio José de Sucre es asesinado, a traición, en la montaña de Berruecos (sur de Colombia), el 4 de junio de 1830, José María Obando fue señalado como autor intelectual y Apolinar Morillo como ejecutor del crimen.